En porqué Sam necesita que Dean le grite. O lo sacuda. O algo. Advertencia de spoilers para el final de la cuarta temporada.
Entonces, Sam acaba de llegar a Nadalandia luego de haber traicionado horriblemente a su hermano por una demonio, haber hecho cosas detestables y enfermizas en el proceso y por último, y debido en parte a esa traición, haber comenzado el Apocalipsis en su mundo... al ser traicionado por la demonio que precisamente eligió por sobre su hermano.
Debe ser martes.
Sólo que no, y esa es solo parte del problema.
Por lo tanto, y para sorpresa de nadie, Sam viene con una bola de feelings que incluyen confusión, rabia, desesperación, arrepentimiento y grandes, grandes dosis de culpa y odio a sí mismo. Muchas, muchas dosis de odio a sí mismo. Y una vez que se encontró con Dean estaba preparado para que su hermano le echara en cara su error, le gritara, lo mirara con decepción, no quisiera verlo más... Estaba preparado para pedirle perdón por todas las cosas... ¿Y con qué se encontró? Con que Dean ya lo había perdonado. Es más, hace mucho tiempo.
Y eso, desde el punto de vista de Sam, es algo completamente anormal, por supuesto. Quiero decir, él viene literalmente de las puertas del Apocalipsis que él provocó y ni siquiera ha terminado de asumir todo lo que pasó... y en cambio, Dean ya lo superó todo. En un abrir y cerrar de ojos, el hermano que hace unos días le dijo que no volviera nunca, le dice que no importa lo que haya pasado con tal de que estén juntos.
What.
Y por supuesto, ¿cómo va a poder pedirle perdón a Dean cuando el ya lo perdonó, siendo que el mismo Sam ni siquiera ha terminado de empezar a culparse a sí mismo? ¿Quién le va a decir que lo que hizo fue estúpido, horrible, que no vale la pena, que ya no se puede confiar en él...? Porque Sam necesita que alguien lo odie, o esté furioso con él, o siquiera dolido, porque sería lo NORMAL. Acaba de comenzar el maldito Apocalipsis, maldición, ¡a alguien tiene que importarle! No es lógico que siga con su vida después de eso sin sentir siquiera un poco los efectos que su decisión causó sobre los demás...
En resumen: Sam tiene un montón de culpa y arrepentimiento, y nadie a quién dirigirlo, nadie con quien disculparse. Por lo mismo, no tiene ninguna razón tangible que respalde lo mucho que se odia a sí mismo en estos momentos. Cosa que de todas formas no va a dejar de hacer, porque él sabe lo que hizo, y sabe que merece ser odiado.
El problema es que parece ser el único que piensa así ahora.