...! [Fine, eso sí le logra sacar un primer quejido. No ayuda mucho que su cuerpo en general esté resentido por la cantidad de golpes que estuvo recibiendo hace un rato.
Vuelve a darle otro tirón a la trenza porque no esperó ese gesto y como el cretino que es, separa un poco más las piernas para facilitarle la caricia a tu mano.] ¿Qué te digo...? [Hace una pausa para hablarte más ronco.] ¿Que quiero que me cojas hasta volarme la cabeza? No tengo problemas para pedirlo.