[Entierra las uñas en el sillón, jadeando un poco entrecortado con cada una de esas embestidas que le das. El sonido obsceno de sus cuerpos chocando es aparentemente aparte de sus gemidos son los únicos sonidos de fondo con los que puede distraerse.
A tal grado de sumisión puede llegar cuando el placer le nubla el pensamiento. Lo peligroso es que a ti no te esté costando nada llevarlo a dicho estado.]