[En su humo probablemente puedas observar enojo, pero también... tristeza, incluso temor. Él por su parte no dirá nada, tomando tu rostro en su otra mano para poder asegurarse de limpiarlo bien, despacio, y soltándolo luego para comenzar a limpiar por tu cuello, tus hombros, hacia tus brazos y abdomen, siempre con cuidado.]