[Sí, y luego de tener un excelente revolcón además, por dios qué recuerdos.]
Mmm. Puedo aceptar eso. [Pero ahora vuelve a estar concentrado en limpiar bien tu torso, y considera que le falta tu espalda, pero no quiere que tengas que levantarte o moverte mucho.]
... Inclínate un poco hacia mí, ¿quieres? Me falta tu espalda.