[Se mueve bruscamente hacia ti un par de veces más, y luego se deja caer contra la cama también, agradablemente agotado y abrumado-- incluso el dolor que siente por tu peso sobre sus costillas es secundario, y casi bienvenido.
Se queda respirando pesado y con los ojos cerrados, concentrado en la sensación de placer, en tu calidez, la solidez de tu cuerpo contra el suyo. Lentamente, y casi sin darse cuenta, subirá su mano por tu espalda, acariciando torpemente hasta tu nuca. Le agrada saber que pudo satisfacerte también.]