[Qué pasa si es él quien te empuja para que te tiendas sobre la mesa, y poder hacer bien lo que le pides-- lo que él mismo quiere.
Y sí, no sólo va a dejarte mordidas y marcas ahí donde succiona con fuerza, sino que va a recorrer tu torso, tus brazos con sus manos, como si realmente no pudiera dejar de tocarte. Su boca pasa por tu pecho, se detiene sobre tus cicatrices, muerde sobre tus costillas, con menos lentitud de la que le gustaría por su propia desesperación-- pero al menos hace un trabajo riguroso.]