[Antes dijiste eso, que habías pensado en él y eso le hace cuestionarse porqué nunca te pusiste en contacto ni una sola vez. Pensar en eso lo irrita y le hace enterrar más las uñas de una mano en tu espalda mientras la otra empieza a buscar soporte en tu pelo, tironeándolo un poco.
Llama a tu nombre varias veces, entre jadeos y algunas maldiciones, hasta que lo besas con intensidad. Muérdelo todo lo que quieras, no va a quejarse de que le partas el labio o se los hinches un poco, es una sensación tan placentera como la que le provocan sus caderas golpeándose en un ruido seco e insistente con tu cuerpo al encontrarse en las embestidas.]