[Tienes suerte de que le guste tu mano, porque va a frotarse silenciosamente por un instante contra tu palma para prolongar tu caricia.
Si querías convencerlo de hablar de esa forma, te detesta porque funciona... más o menos.] Su respuesta me recordó un poco a lo que yo te dije en esa ocasión que me recogiste del piso. [...] Él tampoco podía entender cómo es que yo seguía vivo y su hermana no.