[Eres tonto, pero aprecia esa preocupación, y que la demuestres a tu forma.
Es esa caricia a sus nudillos la que le provoca un cosquilleo más fuerte, realmente, aunque tu boca por supuesto que no ayuda. Va a seguir murmurando tu nombre entre algunas maldiciones e incoherencias, perdiéndose cada vez más en el placer de lo que le haces.]
Maldición, amo-- tu boca... [Y otras cosas también, pero no lo dirá ahora.]