[Te mira en silencio unos momentos más, sintiendo una oleada de alivio y afecto por ti, y luego sonríe apenas.]
Esa es una forma de ponerlo. [Se mumeve hacia ti, para medio abrazarte de nuevo, despacito.] Yo tomé la decisión de convertirme en un exiliado, y no quiero que te veas obligado a hacer lo mismo.
Pero... si quieres acompañarme, definitivamente no voy a quejarme. Gracias.