[Se detiene un poco, cerca de la entrada de un callejoncito, mirando alrededor para asegurarse que no haya gente cerca, y apoyando su espalda contra una pared para mirarte, hablar más tranquilo.]
Porque no podía dejar de pensar lo fuerte que eres. [Fuma un poco, pensativo.] Estaba impresionado. Antes ya me parecías interesante y atractivo, pero...Tenías todos los motivos para rendirte. Para no querer sentir nunca nada más.