[Toma esa mano con fuerza para clavarla contra el sofá, inclinándose sobre ti y mordiendo el otro lado de tu cuello con hambre, inmovilizándote contra ese sofá.
Empuja una pierna entre las tuyas y habla cerca de tu rostro, sus labios rojos con tu sangre. Son cosas que se está sacando del pecho antes que seas su esposo.] Ah, no tienes derecho a inquietarte ahora, cariño. No luego de todo lo que me ocultaste.