Realmente... Realmente dijiste que si. [Exhala tu nombre verdadero en un suspiro mientras toma -algo tembloroso por la emoción- tu mano para poner el anillo.]
Lamento haberte preocupado... [Ya que te puso el anillo puede rodearte con sus brazos para atraerte hacia él, a penas conteniendo la emoción de que Dios sí, te pidió matrimonio y aceptaste.] Estoy en casa.