[Tu abrazo le descoloca porque suele ser él el de las muertas insistentes de cariño, aunque son tus palabras las que le encienden el rostro violentamente.
Ahora deja que sea él quien te estruje firmemente de vuelta.] Um, igual yo. Jamás cambiaría nada de esto. ¡M-Me haces demasiado feliz, Percival!