Sobre bullicio y tonterías varias
¿A quién jodidos se le ocurrió que la hora de comida era la mejor hora de socializar?
Estaba tratando de comer mi soba en paz cuando un grupo de buscadores empezó a cantar como si estuvieran en una taberna. No tengo idea si estaban ebrios o no, la cuestion es que ese tipo de escándalo es algo que no puedo tolerar.
Se los hice saber, por supuesto.
La reacción fue la esperada.
Insultos y amenazas huecas por parte de un par de idiotas Al parecer esos dos eran nuevos, porque sus compañeros de inmediato les advirtieron quién era yo. Oh, sí, la maldita fama que tengo con los buscadores me precede. Y, también como siempre sucede, los hombres no se creen lo que les puedo hacer si me irritan lo suficiente. Decir que estaba más allá de la irritación está de más.
No estaba de humor para una pelea, mucho menos para una que sé que es innecesaria y, sobre todo, fácil. Por suerte (para ellos), Lenalee intervino con una de sus sonrisas que les dejó embobados. Pobres ilusos. Por mi parte, Lenalee sabe perfectamente qué mirada dedicarme para advertirme que me tranquilice si no quiero enfrentarme a las consecuencias, así que las palabras están de más entre ella y yo en ese aspecto. Dí el altercado por terminado, sabiendo que esos idiotas estarían entretenidos con ella. No tienen ni idea de lo que les espera cuando ese idiota con complejo de hermana se entere del tipo de miradas que le dirigen (si a mí no me hacen gracia, me imagino que para él mandar una manada de sus malditos robots será lo mínimo que se le ocurra hacerles).
Me largué a mi mesa para terminar de comer, pero mi apetito ya estaba arruinado.
¿Por qué demonios la gente no puede comer en silencio?
Al menos el moyashi no estaba presente durante mi pelea; si sabré yo cómo se pone cuando se trata de sus amados buscadores. Mi suerte no parece ser tan mala después de todo.
¿Otra buena noticia? El conejo no se ve por ningún lado. ¿Estará de misión? La verdad es que no quiero preguntar porque la última vez que lo hice hubo lágrimas por parte de los estúpidos cientícos que estaban oyendo lo que no debían. Al parecer mi curiosidad por saber si podía descansar sin interrupciones quería decir que me preocupaba por mi amigo o, peor aún, que lo echaba de menos. Mierda, ellos son los que deberían de ponerse a escribir con las novelas que se inventan en la cabeza.
Estaba tratando de comer mi soba en paz cuando un grupo de buscadores empezó a cantar como si estuvieran en una taberna. No tengo idea si estaban ebrios o no, la cuestion es que ese tipo de escándalo es algo que no puedo tolerar.
Se los hice saber, por supuesto.
La reacción fue la esperada.
Insultos y amenazas huecas por parte de un par de idiotas Al parecer esos dos eran nuevos, porque sus compañeros de inmediato les advirtieron quién era yo. Oh, sí, la maldita fama que tengo con los buscadores me precede. Y, también como siempre sucede, los hombres no se creen lo que les puedo hacer si me irritan lo suficiente. Decir que estaba más allá de la irritación está de más.
No estaba de humor para una pelea, mucho menos para una que sé que es innecesaria y, sobre todo, fácil. Por suerte (para ellos), Lenalee intervino con una de sus sonrisas que les dejó embobados. Pobres ilusos. Por mi parte, Lenalee sabe perfectamente qué mirada dedicarme para advertirme que me tranquilice si no quiero enfrentarme a las consecuencias, así que las palabras están de más entre ella y yo en ese aspecto. Dí el altercado por terminado, sabiendo que esos idiotas estarían entretenidos con ella. No tienen ni idea de lo que les espera cuando ese idiota con complejo de hermana se entere del tipo de miradas que le dirigen (si a mí no me hacen gracia, me imagino que para él mandar una manada de sus malditos robots será lo mínimo que se le ocurra hacerles).
Me largué a mi mesa para terminar de comer, pero mi apetito ya estaba arruinado.
¿Por qué demonios la gente no puede comer en silencio?
Al menos el moyashi no estaba presente durante mi pelea; si sabré yo cómo se pone cuando se trata de sus amados buscadores. Mi suerte no parece ser tan mala después de todo.
¿Otra buena noticia? El conejo no se ve por ningún lado. ¿Estará de misión? La verdad es que no quiero preguntar porque la última vez que lo hice hubo lágrimas por parte de los estúpidos cientícos que estaban oyendo lo que no debían. Al parecer mi curiosidad por saber si podía descansar sin interrupciones quería decir que me preocupaba por mi amigo o, peor aún, que lo echaba de menos. Mierda, ellos son los que deberían de ponerse a escribir con las novelas que se inventan en la cabeza.
